Superhéroes ciudadanos

Un superhéroe que tiene poderes ilimitados y que es capaz de hacer cualquier cosa con no debería ser considerado como tal, dice el psicólogo Jordan Peterson. No hay nada heroico en un individuo que puede hacer cualquier cosa sin ningún trabajo o esfuerzo, tan solo podríamos decir que se trata de un individuo muy privilegiado.

Es una contradicción ya que no se es héroe, sino que uno se vuelve héroe, y si dicho héroe se volvió tal, entonces damos por sentado que antes no lo era y por tanto tenía limitaciones. Algo parecido pasa con el concepto erróneo en el que algunos tienen a la sociedad civil (incluidos candidatos presidenciales), aquellos que buscan involucrarse activamente en el quehacer público y social para llevar cambios positivos.

Muchas personas creen que se trata de gente privilegiada, de gente que lo tiene todo y que gasta su tiempo libre en ayudar como si se tratara de un hobby. Algunos activistas me han llegado a confesar que en algún momento de su vida pensaron que la participación ciudadana era de personas privilegiadas, a las que no les costaba donar un poquito de su gran capital para ayudar a los demás: el empresario que tenía su ONG para poder deducir impuestos ya que eso ayudaba a la imagen de su empresa, o a la señora de abolengo dedicada a la caridad.

A veces el juicio sobre estas personas que se encuentran en la base de la pirámide es algo injusto ya que, de alguna u otra manera, inciden de forma positiva dentro de la sociedad. Se podrá pensar en el Teletón como una pasarela de relaciones públicas (incluidos algunos mitos) pero sabemos que muchas personas con una discapacidad logran rehabilitarse. Podemos pensar en la Ley 3 de 3 como una iniciativa de académicos bien acomodados (a quienes el periodista Carlos Mota llamó individuos frustrados por no ser políticos) pero lo que el IMCO y demás organizaciones hacen tiene una incidencia positiva dentro de la política y los órganos de poder. En realidad, y a pesar de su privilegio, su labor requiere de sacrificios y lucha constante.

Pero no sólo es falso que las personas privilegiadas que se suman a actividades en beneficio de la sociedad lo hagan tronando los dedos, sino que también es falso que se necesite tener una gran cantidad de privilegios para involucrarse y dar ese paso adelante. El acto heroico consiste en eso, en saber que la batalla no será fácil y asumir los costos de participar en ella. En México existen muchos héroes (y me consta, porque los he conocido) que no tienen muchos recursos, que tienen que empezar desde abajo, que incluso crecieron en condiciones relativamente difíciles, tomaron las oportunidades que se les presentaron y actualmente inciden de forma muy positiva dentro de la sociedad. Muchos de ellos están abocados a solucionar problemáticas que ellas y ellos vivieron en carne propia.

En nuestro país (sumido en una terrible decadencia de representación política y que deriva en unos índices de corrupción, impunidad y debilidad institucional preocupantes) es necesario cambiar el paradigma y dejar el mito del héroe solitario (es decir, el presidente que va a venir a arreglar todo) por el de los héroes que surgen dentro de la sociedad, quienes fungen como contrapeso al poder, o bien, que se involucran para solucionar problemáticas que el gobierno no puede o no quiere hacer. En los últimos años más ciudadanos han levantado la mano, pero todavía son pocos. Por ello es necesario romper el paradigma de que los ciudadanos no podemos hacer nada para cambiar nuestra realidad y nuestro entorno. Más bien eso es lo que nos han querido hacer creer.

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