Aunque este es un texto perfectible, aún así creo que hay cierto valor en las ideas que lo respaldan. Amerita, sin duda, más trabajo, pero no por ello debe quedar en la gaveta de los proyectos, siempre proyectos.
En esta ocasión le escribo a los que podemos más o menos identificarnos como votantes útiles de filiación anti-obradorista. Las ideas generales funcionan también para otras posturas políticas, pero dejo a sus seguidores hacer los análisis factuales y políticos aplicables específicamente a sus deformaciones políticas.
Bien. Grosso modo los que queremos practicar voto útil anti-pejista somos aquellos que ya estamos razonablemente convencidos de que AMLO, con todo lo repulsivo o amigable que nos parezca, no es un personaje apto para tomar las riendas de nuestro país y de hecho lo consideramos una amenaza especialmente intensa para el país por x razones.
Y para evitar su llegada hemos tenido que comprometernos con no votar por nuestro candidato favorito, sino por aquel que le pueda ganar a AMLO y Morena en las urnas. Éste es el famoso segundo lugar en las encuestas.
Me voy a referir todavía a una sección más pequeña de los anti-pejistas voto utilitarios. Aquellos que tenemos razones para rechazar a AMLO, y no los que simplemente nos revuelve el estómago, o nos parece senil, o ignorante, o muy Peña Nieto, es decir, que más bien lo rechazamos por una reacción emocional, que una idea meditada. Tengo en mente a uno de los amigos naturales del peje, aquellos que componen al PRD y a MC. De modo que la valoración por el segundo lugar debe ser un genuino segundo lugar anti-López Obrador. No vamos por el segundo lugar simpliciter, sino por el grupo político menos semejante al grupo político inadecuado para gobernar.
En efecto, entre el Peje y el PRD, es mejor el PRD. Pero llegada la hora, es mucho más probable que el Peje y el PRD trabajen juntos, a que lo hicieran por ejemplo, el PAN o el PRI neoliberal –so to speak –. De modo que las sutilezas entre qué tanto pejismo hay detrás de Por México al Frente las consideraré solventadas ya.
Esta es evidencia más o menos indirecta. ¿Pero qué tanto se parece el discurso de Anaya al de AMLO? Bastante:
Cuando tuvo que enfrentar la posibilidad de ser acusado de un delito, posicionó la teoría del complot. Pudo haber suspendido su campaña y abrir sus oficinas, historial fiscal y cuentas al escrutinio de la PGR por una semana. Después de ello, habiendo silencio de parte de la PGR habría salido extremadamente fortalecido de la acusación, y habría podido capitalizar mediáticamente a tiempo. Esa semana sin estar en campaña, además, podría haberla dedicado a seguir pactando y aliándose como debe hacerse. Estas reacciones horadan las instituciones, que son la única manera de mejorar a México más allá de los relevos presidenciales y las vicisitudes políticas.
En el tema del combate a la pobreza, parece haberse comido demasiado el rollo de la desigualdad. Un conservador genuino sabe que la igualdad material no es un principio de guía cardinal de la conducta superior al merecimiento. Es importante cuidar que lo merecido se otorgue, pero es más importante cuidar que suceda el mérito. Bien, siendo caritativos ésta es quizá una pose necesaria para poder aspirar a integrar las intuiciones de los perredistas que quedan por allí, pero parasita de esta peligrosa intuición que hay en el electorado. Necesitamos discutir esto, que la gente que culpa de todo a la desigualdad socioeconómica entienda que hay un mundo distinto al que le han vendido, y no existe un mejor foro que hacerlo el natural espacio de la campaña política. Este es el momento de educarnos todos en lo que todos creemos. Es una oportunidad de fortalecer a la sociedad mediante el conocimiento respetuoso de nuestras posturas diversas.
Bloqueó a Margarita Zavala poniendo en riesgo al país al mejorar las posibilidades de que ganara AMLO. Él ahorita está diciendo que Meade, EPN y AMLO pactaron. Esto es poco probable. Hay algunos signos controvertibles y débiles. Pero lo cierto es que Anaya sabía de las buenas probabilidades que tenía de ganar la presidencia el PAN—sin el PRD– y ejecutó lo que terminó significado un cisma al interior del Partido Acción Nacional. Sin que medie pacto, ¿quién le hizo el trabajo sucio a AMLO para llegar? Hasta ahora, hay indicios contra todos los opositores, pero Anaya va a llevar a muchos izquierdistas del PRD y de MC al congreso y a las gubernaturas, a cambio de ser él un presidente claramente tibio en sus posturas conservadoras.
Así, el verdadero segundo lugar habría sido ocupado más bien por Anaya, sin el Frente, pero con Margarita Zavala, y los priístas genuinamente neoliberales. Esto me lleva a pensar en cuáles son exactamente las x razones por las cuales uno se considera votante utilitario anti-pejista. Voy a llamar esas razones en general, anti-izquierda mexicana. Esto incluye la posibilidad de un izquierdista que desconfía del verdadero carácter izquierdista de AMLO y sus amigos. Pero muy probablemente haya pocos de este tipo entre los que tienen x razones para no apoyar a AMLO en esta elección, así que indistintamente diré que un anti-izquierdista mexicano es básicamente un neoliberal—con sus excepciones posibles, claro está–.
¿Es Meade un priísta genuinamente neoliberal? Esta pregunta es complicada, pero hay elementos. Primero; Meade, aunque no es priísta, es un funcionario de alto nivel que ha trabajado en ese nivel con el PRI y el PAN. Por la parte de haber trabajado con Fox y Calderón, además de Peña Nieto, en altos niveles, sabemos que tiene el sello de garantía del panismo. Y como no ha hecho apología alguna de AMLO como una buena opción para el país, podríamos decir que esta es prueba suficiente. Es un panista, en el fondo, vestido de tricolor. Pero esto también sería ingenuo. No es priísta, pero tampoco es panista. Sino que comparte ideas tales que le permiten trabajar con los últimos tres gobiernos federales. El verdadero adversario del pejismo como él mismo lo dice.
Hasta aquí para el pedigree de unos y otros. Esto bien puede ser una discusión interminable. No caigamos en este impasse.
De este modo, el verdadero segundo lugar bien podría estar entre Margarita, Meade o el Bronco. Margarita abandonó la contienda. De los cuatro que tenía, ya sólo me quedan dos; el Bronco y Meade. A Anaya ya lo quité del catálogo de posibles segundos lugares anti-pejistas, por su asociación con el PRD y su semejanza al Peje. Para efectos, de hecho Anaya ya le garantizó grandes cantidades de curules a la izquierda.
Eso nos daría que el segundo lugar, por arriba del Bronco, es Meade.
Que nuestro segundo lugar vaya en tercer lugar en las encuestas es preocupante, pero tampoco puede tomarse como una afirmación completamente seria. Las encuestas no son metodológicamente muy sólidas, y de lo poco que indican es que la tendencia de Meade ha venido a la alza de unas semanas a estos días. Más aún, al parecer hay una buena razón para ocultar la filiación priísta. De los 100 y tantos candidatos asesinados en esta campaña, la absoluta mayoría son priístas. De este modo, me da la impresión de que muchos panistas podrían cambiar a apoyar a Meade porque les resulta insalvable la traición a la democracia partidista del PAN.
Así, la cantidad de personas que rechazan contestar las encuestas—yo soy un ejemplo – y las que contestándolas dicen no saber por quién votar, parece que podemos sacar una suma interesante: voto útil, más voto oculto que podría ser anti-pejista. En ese caso, vale mucho la pena detectar por qué, aunque Meade va en tercer lugar en las encuestas, es el verdadero segundo lugar que busca el votante utilitario anti-pejista.